Bariloche: Saltando en aguas del deshielo


Fotos por: Luis Eduardo Fajardo

San Carlos de Bariloche es una ciudad austral ubicada en el oeste de la Patagonia Argentina. Empotrada en las montañas de los Andes a tan solo 200 kilómetros de Puerto Mont en Chile, es famosa por el cruce de lagos que se hace en barco entre las dos ciudades, atravesando unos parajes que incluyen filas de nevados, montañas, volcanes con picos de nieve y una gran cantidad de lagos que parecen formar un rompecabezas entre la espesura de los pinos. La forma geográfica en que están situados los más de 70 lagos que hay a su alrededor data de la era de los glaciares y su posterior deshielo.


La población de arquitectura alpina posa frente al lago Nahuel Huapi. Lleva el nombre de San Carlos de Bariloche al ser fundada en 1902 por un empresario de nombre Carlos Wiederholdt. Está rodeada por altos picos montañosos y lagunas azules y verdes de aguas cristalinas. Más parecido a un poblado austriaco de los Alpes que a una ciudad sudamericana de los Andes, Bariloche se erige como una joya en la mitad de una zona prácticamente inhabitada. Queda a 1800 kilómetros de Buenos Aires. Los más aventureros realizan el viaje en automóvil, atravesando gran parte de las Pampas argentinas por una carretera que parece ir calcada sobre el paralelo 32. Si usted es de esos grandes aventureros, en el camino se topará con aves migratorias de todas las clases, liebres que le saltan al carro en la mitad de la noche y grandes venados. Calcule de unas 16 a 18 horas para esta labor titánica que requiere de más de un piloto si no piensa parar a descansar a mitad de camino. De lo contrario dedíquele 2 días a la travesía y quédese a dormir en una ciudad intermedia como Bahía Blanca o Neuquén. El paisaje en carro de la Pampa y de la Patagonia es sobrecogedor, de manera que si tiene los ánimos y la fuerza para hacerlo, aliste la cámara y no deje de tomarle fotos a un inolvidable amanecer rosáceo. Si pretende hacer la travesía para ahorrar costos, tenga en cuenta que con el alquiler, la gasolina y el alto número de peajes, sale más barato tomar un vuelo. Una última recomendación en este caso: No exceda el límite de velocidad ni su propio límite personal. La carretera tiene un largo historial de accidentes mortales debido a que los pilotos se quedan dormidos en las interminables rectas.


Para conocer la ciudad y sus alrededores hay que destinarle al menos una semana al viaje. Para ello alquile un carro en el aeropuerto o haga la reservación antes de viajar, ya que en alta temporada puede tener dificultad de conseguir uno. Estos alquileres pueden realizarse por medio de Internet. Si definitivamente no quiere manejar no se preocupe que hay tures que lo llevan a todos los sitios de interés, aunque no se tiene la misma flexibilidad.



En alojamientos se ofrecen desde modestos hostales juveniles a un precio de US $10, hasta lujosos hoteles de cinco estrellas con todo tipo de confort. Recomendamos subir al Cerro Monasterio desde donde se puede apreciar desde arriba la laguna Nahuel Huapi, el entorno de la cadena montañosa y sus interminables nevados. Si usted es de los que sabe esquiar, éste es el lugar indicado para visitar en invierno, ya que el cerro brinda diferentes pistas para esquiadores principiantes y avanzados. En el cerro campanario, kilómetro 19, podrá apreciar el puerto de Yao Yao, y los cuatro lagos colindantes. En aquella intersección está ubicado el rústico y lujoso hotel de Yao Yao, kilómetro 21, US $200 la noche por persona, aunque créame que los vale si los tiene - ni siquiera nos dejaron pasar del lobby para no generar molestias en los huéspedes -. La subida a ambos cerros es mediante teleférico y cuesta US $ 5.



Yao Yao es el punto de partida del cruce de lagos hasta Chile. Hay varios tures que varían su precio de acuerdo a la comodidad deseada. Oscilan entre los US $140 y US $250. Así mismo, es un lugar en el que hay clubes de pesca y deportes acuáticos como canotaje, restaurantes elegantes, y es a su vez el kilómetro cero de otro atractivo natural llamado el circuito chico, en el que se toma una carretera que bordea dos lagos por el filo de unas montañas. Si tiene suficiente tiempo, puede parar en la información turística y dedicarle una hora a dar una caminata por entre uno de los bosques. Si usted es un buen observador puede ver algunas cascadas que se atraviesan por el camino o incluso detenerse en uno de los miradores a apreciar el panorama y la naturaleza que lo circunda. Si es aficionado a las aves, podrá disfrutar de varias especies dentro de las cuales se encuentra el increíble halcón suramericano, un ave que en picada puede alcanzar los 370 kilómetros por hora según los especialistas.



Otro de los grandes atractivos cercanos es Villa la Angostura, un pintoresco poblado a unos 60 kilómetros desde Bariloche, al otro lado de la laguna Nahuel Huapi, punto de partida de varias excursiones como la que va al bosque de los Arrayanes. Más allá de esta población cuya arquitectura nos hace acordar a la del Tirol austriaco, hacia el oeste vía Chile se encuentra la ruta de los siete lagos. Este plan puede durar todo el día, pues es menester parar en cada uno de los miradores a apreciar los parajes y sacar fotos. Uno de los más atrayentes resulta ser el lago Faulkner, en el que hay una pequeña playa. Los más osados pueden atreverse a desafiar el frío sólo para contar que se bañaron en aguas del deshielo. Para aquellos amantes de los deportes extremos - esto por supuesto no lo encontrarán en ningún manual para viajeros -, les soplamos que justo después de este lago hay un puente sobre un río que tiene la suficiente profundidad como para saltar de una altura de siete metros y no tocar el fondo rocoso.



Más adelante hay una cascada rodeada de flores silvestres, que cae a un vacío de unos sesenta metros. La ruta sigue hasta ir bajando por la montaña a una nueva población al borde de la laguna, llamada San Martín de los Andes. A la luz de un paisaje reconfortante se disponen diversos restaurantes. Terminado el almuerzo puede darse una vuelta caminando por la población para admirar su arquitectura de casas de madera con techos triangulares que evitan el asentamiento de la nieve en invierno. Hay algunos cafés en donde venden postre al disfrute del esplendor del paraje. Los precios son muy razonables dada la lejanía y el aislamiento de la población. En la orilla hay un puesto de buceo certificado de Padi. Esta es una buena oportunidad para hacer una inmersión en laguna, lo cual no es tan frecuente, aunque en aras a la seguridad, advertimos que los dueños por pinta y conducta, parecen haber salido de la película La naranja mecánica de Stanley Kubrik. Hacen descensos sin manómetro ni profundímetro, lo cual va en contra del reglamento. Exija el equipo completo si va a hacer la inmersión que cuesta US $ 20. No espere ver fauna marina, el buceo de laguna es muy diferente al de mar. Le recomendamos el naufragio, en donde es posible ver un barco de madera hundido en una imagen tenebrosa. El buceo luego continua al borde de una pared submarina. Tenga en cuenta que la visibilidad no es mayor a tres metros y que el agua es terrosa, así desde afuera tenga un color zafiro.


Una vez de vuelta en el “pueblo” como cariñosamente siguen llamando a Bariloche sus habitantes, puede disfrutar de la zona turística de la ciudad desarrollada alrededor del centro cívico. Hay restaurantes de todas las clases y para todos los gustos. Recomendamos los de comida italiana y por supuesto los de carnes como en toda la Argentina: son de una delicada textura e incomparable sabor.


En una de las principales arterias llamada la calle Mitre y en menor medida en la calle Moreno, puede irse de compras y disfrutar de la gran diversidad de elegantes chocolaterías que ofrece la ciudad. Por la noche puede ir a tomarse unas cervezas en Vilkeny’s bar, un agradable Pub irlandés en el que puede disfrutar de diversas cervezas importadas desde Europa, en un ambiente rodeado de gente joven, bellas mujeres y una música ochentera anglosajona. No olvide que Bariloche es el sitio al que van todas las excursiones de graduandos de colegios de Buenos Aires, de manera que verá lindas mujeres caminado por las calles a toda hora del verano. Hacia la media noche puede intentar entrar - no todo el mundo lo hace -, a una discoteca llamada Roxy en la que escuchará diversas tandas musicales que van desde música electrónica hasta algunas canciones de rock o de salsa. Eso sí, no espere que las argentinas le paren muchas bolas. Si se conquista alguna lo considero mi héroe. El lugar prende sus luces a las tres de la mañana de manera que si está dispuesto a seguirla y aún le quedan pilas después de tanto turismo ecológico, puede ir a algún after party de los que van hasta las nueve.


Si está interesado en saber a fondo sobre la historia de Bariloche y de la Patagonia argentina, puede entrar al Museo de la Patagonia o a la Biblioteca Sarmiento.


Si aún le quedan algunos días, puede irse de camping a alguna de las localidades cercanas. Si lo hace le recomendamos hacerlo con algún tour contratado; no se aventure por su propia cuenta. Si es aficionado a la pesca deportiva este es el lugar indicado aunque le advertimos que necesita pagar un permiso para ello. Puede también dedicarse a los deportes acuáticos o a subirse a un dosel, en donde podrá disfrutar de la naturaleza animal que vive en las copas de los árboles. Ahora, si ya está agobiado de tanta naturaleza y de tanto esplendor, cómprese unas Quilmes, maneje hasta el kilómetro 8, túmbese en la playa y déjese llevar por las formas de las próximas graduandas argentinas.

Comments

Hola, interesante relato.
Un aporte: El hotel se llama Llao - Llao, la penísula también.
Es el nombre que los aborígenes le daban a un fruto parásito que crece en los árboles cercanos.
Saludos.

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