Empate agónico frente a Dallas - Por: Eduardo Bechara Navratilova


Camino bajo el sol brillante que ilumina la tarde de Filadelfia, muestro mi escarapela de periodista y entro al estadio ´Lincoln Finantial Field´ en el que por lo general juegan los ´Eagles´ la NFL. Recorro los corredores entapetados en los que hay padres y madres con sus hijos comiendo papas fritas, ´Philadelphia Cheesesteaks´ y tomando Coca Cola en vasos de cartón. Una rubia con la camiseta del Real Madrid luce con orgullo el nombre de Ronaldo estampado en la espalda. Los bares enchapados en madera y tiendas con avisos coloridos se extienden a lo largo de la tribuna. Estos estadios norteamericanos no se parecen en nada a los latinoamericanos, en los que el concreto es visible en el piso, techo y paredes.

Salgo a la tribuna oriental y busco cualquier asiento. El estadio aún está semi-vacio y falta poco para que empiece el partido. De la tribuna norte-baja me llega el retumbar de unos tambores y cánticos de la barra brava del ´Philadelphia Union´. El celular vibra en mi bolsillo. Es Siro Pérez.

—¿Dónde te vas a hacer finalmente? —me pregunta con su voz entusiasta.

—Creo que iré a la barra brava, puede ser una bonita experiencia.

Busco el camino hasta allá y salgo a la tribuna repleta de jóvenes luciendo camisetas de color azul claro. El retumbar de los tambores y alegría de la gente se percibe a flor de piel. Bajo las gradas y llego justo al lado de un par de tamborileros que producen los batidos estruendosos.

—¿Quiénes son los organizadores de la barra? —le pregunto a un joven entusiasta que blande su puño sobre la cabeza.

—Él es el fundador —me responde apuntando hacia un hombre de baja estatura y contextura rolliza.

—¿Tú eres el fundador de esta barra?

—Sí, Bryan James, mucho gusto.

Me da una tarjeta con una calavera entre un rombo azul, cruzada por una hoz y un remo. Lo acredita como el presidente de la barra “Sons of Ben”. El repiqueteo de los tambores y cánticos se incrementa cuando sale el “Philadelphia Union” a la cancha.

—¿Puedo hacerte unas preguntas para escribir una crónica? —Asiente con la cabeza y me presenta a un par de cofundadores: Andy Dillaon y Dave Flager —. ¿Cuál es la historia de la barra?

—En 2006 se rumoraba que “Los Wizards” de Kansas se iban a mudar de ciudad. Nosotros siempre hemos sido muy entusiastas del fútbol y empezamos un club para mostrarle a la liga la pasión que hay por este deporte en Filadelfia.

—¿Cuántos miembros tienen?

—Dos mil quinientos que siempre vienen y nueve mil en la lista de contactos.

—¿Qué piensas del éxito que han tenido?

—Estoy muy contento. El inicio del campeonato ha sido duro para el equipo en lo futbolístico, pero mira: ¿sí ves a todas estas personas luciendo camisetas azules? —Me volteo y veo la tribuna llena de hombres y mujeres con bufandas de la barra extendidas sobre sus cabezas—. Esto es lo que hemos creado.

El equipo de “Philadelphia Union” sale en orden al lado del F.C. Dallas y el estadio entero los vitorea. El uniforme azul con amarillo contrasta con el de rayas rojas y blancas del equipo texano. El comentarista presenta al F.C. Dallas y la barra grita “sucks” cuando dice el nombre de un jugador y muestran su cara en la pantalla.

—Kevin Hartman.

—¡“Sucks”!

—Daniel Hernández.

—¡“Sucks”!

—Ugo Ihemelu.

—¡“Sucks”!

Sigo hablando con Bryan mientras que la barra le repite a cada uno de los jugadores de Dallas lo apestosos que son. Otro de los organizadores llega y le reclama que no mucha gente acompañó al equipo en el juego contra los Red Bulls en Nueva York.

—¿Qué piensas del fútbol en los Estados Unidos? —le pregunto una vez se desocupa.

—Se está volviendo exitoso. Ha sido un camino empinado pero esta vez llegó para quedarse.

—¿Que nacionalidad tienen las personas de la barra?

—La mayoría son norteamericanos pero hay muchos extranjeros. Tenemos la suerte de generarles interés a los aficionados de la ciudad.

—¿Qué piensas de la selección norteamericana de fútbol ahora que se acerca el mundial de Alemania 2010?

—Que estamos a veinte años de ser realmente buenos y no ser solo un disparo en la oscuridad.

El comentarista presenta a los jugadores del “Philadelphia Union” y la barra repite el apellido de cada jugador.

—Cristian Arrieta —dice el comentarista.

—¡Arrieta! —grita la barra.

—Michael Orozco.

—¡Orozco!

—Helbert Frederico Carreiro da Silva.

—¡Fred!

—Stefani Miglioranzi.

—¡Miglioranzi!

—Roger Torres.

—¡Torres!

—Sebastian Le Toux.

—¡Le Toux!

La gente aplaude y los tamborileros tocan con energía. Les pregunto sus nombres y me dicen que se llaman Jordy Molil y Jeremy Sharv.

Los equipos se alinean de cara a la tribuna principal, la gente canta el himno de los Estados Unidos, los jugadores se acomodan en su terreno de juego y la barra le cae encima al arquero Kevin Hartman, ubicado bajo los tres palos a pocos metros de distancia.

El árbitro sopla su silbato dando inicio al partido. Jordy y Jeremy vuelven a golpear sus tambores con ritmo. Alejandro Moreno le pasa la bola a Le Toux, Le Toux se la da Fred y Fred hace un pase al vacío que controla la defensa de Dallas.

—“We love you, we love you, we love you, and where you go we´ll follow, we´ll follow, we´ll follow, cause we support the Union, the Union, the Union, and that’s the way we like it, we like it. !Wooooooo! !Wooooooo! —canta la barra al ritmo de los tambores de Jordy y Jeremy.

—!Philadelphia! !Philadelphia! !Philadelphia!

Uno de los delanteros de Dallas le comete una falta al arquero Seitz y la barra lo abuchea.

—La, la, la, la, Union, la, la, la, la, Union, Union, Union, ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!

Le hacen falta a Torres y el árbitro no la pita. Esta vez abuchean al árbitro. Le hacen una nueva falta al colombiano y la pita.

—Zoloooos! ¡Zoloooos! ¡Zoloooos! —grita la barra.

—¿Qué quiere decir Zolos? —le pregunto a Bryan.

—Es el apodo del equipo —dice con los ojos puestos en la cancha. El delantero de Dallas la centra al medio del área, otro jugador la cabecea y la bola pasa muy cerca al palo horizontal en la primera jugada de riesgo.

El partido transcurre con un trámite rápido en el que Dallas se muestra mejor parado en el terreno de juego.

Fred le hace un pase al vacío a Le Toux, el francés se la cruza al arquero y la bola entra. La tribuna estalla de júbilo pero se silencia al ver al árbitro con su mano a lo alto. Lo anula por fuera de lugar. Pasan la repetición en la pantalla.

—“¡Bull Shitttt! ¡Bull Shitttt! ¡Bull Shitttt!” —grita la barra.

El árbitro reanuda el partido.

—¡Unioooooon! ¡Unioooooon! ¡Unioooooon!

Torres se quita la marca y saca un pase sorpresivo al vacío. Le Toux pica tras la espalda del defensa. El central corta la jugada, controla el balón y despeja.

Los integrantes de la barra beben sus cervezas, saltan, suben los brazos. —¡“Sons of Ben”! ¡“Sons of Ben”! ¡“Sons of Ben”! —gritan con entusiasmo.

Me tomo una foto con ellos y me echan su aliento a cerveza.

Uno de los medios de Dallas hace un pase sorpresivo, el delantero alcanza a llegarle, se la pica a Seitz y la bola entra en la portería. Vemos la repetición del gol en la pantalla. La barra se silencia por un momento pero se reanima con nuevos cánticos.

—Marching in we go, marching in… —cantan de forma patriótica.

Moreno, Torres y Fred intentan crear jugadas en el medio campo, hacen una pared y un defensor derriba a Fred.

—¡Vamos réferi ponle una amarilla!

Cobran y el balón sale lejos. Dallas vuelve al dominio del partido. Le Toux forcejea un balón pero lo termina perdiendo.

—¡Come on Le Toux! —grita uno de los hinchas decepcionado.

Hay una nueva jugada de riesgo para el Dallas. La bola pasa lamiendo el palo derecho y la barra se queda en silencio.

—Come on boys, step it up.

“Philadelphia Union” recupera el balón, Moreno le hace un pase a Le Toux, le cometen falta desde atrás y el árbitro la pita.

—Zoloooos! ¡Zoloooos! ¡Zoloooos!

Torres toma impulso, patea el tiro libre y la bola va a las manos del arquero.

—Damn young ass Torres —reniega por su juventud uno de los fanáticos a mi espalda.

Me entra una cierta desilusión que mastico en silencio. Evoco las caras de mi papá en las tardes en las que me iba a ver jugar y no era mi día.

La barra sigue animando al equipo. Miglioranzi recupera un balón y se la pasa a Fred, Fred se la da a Torres, Torres hace una pared con Le Toux, quien se la eleva, Torres corre a cabecear entre los defensas y el arquero la desvía a la línea final.

—¿Cuantos años es que tiene Torres? —pregunta el fanático a mi espalda.

—Diecinueve —le responde su amigo.

—Ahí la jugó muy bien —acepta.

Moreno cobra el tiro de esquina. Le queda a Le Toux pero un defensa lo desarma.

—!Maldita sea! !Mete el gol Le Toux!

Dallas se para bien en el medio campo, juega de forma pausada y controla el partido. “Philadelphia Union” recupera el balón, teje una nueva jugada y Moreno hace un tiro de afuera que controla Hartman.

—!You suck Hartman! !You suck Hartman! !You suck Hartman! —le gritan al unísono. El arquero hace caso omiso.

Hay un nuevo cruce de izquierda y Le Toux intenta engancharla sin éxito.

—!Come on baby, Le Toux!

Un par de jugadas después Le Toux queda frente al arquero, dispara con pie derecho pero Hartman alcanza a desviarla al tiro de esquina.

—¡Fucken´ Le Toux! —grita de nuevo el hincha.

Jordy y Jeremy baten sus tambores. “Philadelphia Union” no es claro en la salida, juegan más con ganas que con técnica. Torres la pierde de nuevo en el medio campo y los hinchas se desesperan. El colombiano corretea la bola y le hace una falta al mediocampista de Dallas.

—¡She fell over! ¡She fell over! ¡She fell over! —grita la barra.

—¿Qué piensas de Seitz? —le pregunto a un hincha a mi lado.

—Es un novato.

—No es seguro —dice otro—, dudo que llegue lejos.

Vuelven a desarmar a Torres y toman mal parado al equipo en un contragolpe.

“Philadelphia Union” se ve perdido. Torres pierde un balón de nuevo. Con todo y eso la barra sigue gritando y cantando. No dejan de animar al equipo.

Orozco pierde la bola en el medio campo y el delantero de Dallas saca un tiro que acaricia el travesaño.

Le ha costado al “Philadelphia Union” jugar con la presión de su público. Es impreciso y las malas entregas hacen que su juego se vea torpe por momentos.

—“All we are saying is give us a goal” —canta la barra.

Dallas vuelve a contragolpear, el delantero saca un tiro desde fuera del área que Seitz ataja con mano cambiada.

Jordy y Jeremy vuelven sobre sus tambores con fuerza, el ruido de los golpes es ensordecedor por momentos. El árbitro sopla su silbato decretando el final del primer tiempo, me despido de ellos, subo a los corredores y llamo a Siro.

—¿Estás en tu salsa no?

—Ha sido divertido aunque no he podido ver bien el partido. Lo que te puedo decir es que el medio campo está perdido.

—Y el colombiano jugando mal.

—Sí, la gente ya lo está diciendo.

Busco mi camino hasta la sala de prensa, tomo el ascensor y llego al lugar climatizado. Cada una de sus paredes está llena de pantallas de plasma. Saludo a Siro, me sirvo unas albóndigas con puré y nos sentamos en una mesa.

—El tipo que entreviste, Bryan James, fue uno de los gestores del “Philadelphia Union”. Hizo que este equipo existiera. ¿Sabías la historia?

—No, no la sé —dice subiendo las cejas.

Siro me da un copia del periódico Al Día en el que hay una artículo suyo titulado: “Roger Torres: La joven zurda prodigiosa del Union”, en el que dice que el futbolista de Barrancabermeja jugaba a los diez años en Alianza Petrolera, un equipo de la segunda división, y que de ahí pasó al América de Cali.

—En el artículo está descrito el primer gol de la historia del “Philadelphia Union”, en el que Torres le puso el centro a Le Toux.

—Ese gol es legendario.

—Torres dice que el futbol Norteamericano es más potente y técnico que el fútbol pausado y de toque-toque que se juega en Colombia.

—Eso se ve desde las tribunas.

—Me dijo que el gol que metió en contra de la selección de Ecuador que se jugó a puerta cerrada aquí, y terminó 1 a 1, le devolvió la confianza.

—No sabía que hubieran jugado ese partido. ¿Qué dijo de la lengua?

—Que el inglés no ha sido un impedimento.

Otro artículo de Adriana Arvizo titulado: “Un pase largo desde Colombia”, dice que el mejor amigo de Torres es el jugador mexicano-estadounidense Michael Orozco y que cada vez que anota un gol besa el nombre de su mamá, llamada Ludy, que tiene tatuado en su muñeca izquierda.

Vemos los primeros minutos del partido en las pantallas. Terminamos de comer y entramos a la sala de periodistas en la que hay una vista panorámica impresionante. El terreno de juego se ve lejano, como si lo estuviéramos viendo del octavo o noveno piso de un edificio.

Nos sentamos en una de las mesas de madera nacaradas y saco mi libreta. Los cánticos lejanos de la barra “Sons of Ben” se cuelan con dificultad por los vidrios polarizados.

Dallas sigue controlando el partido. Copa muy bien los espacios, hace pases precisos y aprovecha para contragolpear al “Philadelphia Union”. Genera un par de jugadas que una vez más, pasan lamiendo los palos del equipo local.

—¡Nos jodieron! —dice Siro en uno de ellos.

Seitz saca largo, Moreno la controla, hace un pase al vacío a Le Toux y un defensa la saca al tiro de esquina. Torres acomoda la bola, toma impulso y la impacta con pierna derecha. Le Toux cabecea sobre los defensores y la bola pasa por encima del travesaño.

En otra jugada Torres hace una falta fea y el árbitro le muestra la tarjeta amarilla.

—Ya se le está notando la frustración.

—Si porque el pelado no ha hecho nada en este partido. En la entrevista que le hicimos dijo que no se ha podido adaptar al medio futbolístico norteamericano porque extrañaba mucho el compañerismo de los demás jugadores que hay en Colombia.

—Bueno, eso no es nuevo, aquí la gente es fría.

La paleta muestra el cambio de Torres. El colombiano sale de la cancha con la cabeza gacha.

—Estuvo perdido —comenta Siro.

—Quiso hacer mucho toquecito inoficioso.

—Hoy no se ha visto el triángulo de pases preciosos entre el brasileño Fred, el venezolano Alejandro Moreno y el francés Sebastián Le Toux.

Dallas continúa controlando el partido, los minutos empiezan a pasar y parece que al “Philadelphia Union” se le escapa el empate de las manos.

Dallas recupera de nuevo una bola en el medio campo. El delantero la recibe y manda un tiro cruzado desde fuera del área. Pasa cerca al vertical derecho.

—Ese delantero se llama Salinas. Es de origen latino.

—¿De dónde es?

—Nació en Texas —responde Siro mirando la hoja de información.

Danny Mwanga entra en el minuto ochenta y corre hacia el área.

—El partido pasado no mostró mucho —dice Siro siguiendo con los ojos al delantero africano.

—Tiene dieciocho años. Jugar en un estadio así debe ser intimidante.

El “Philadelphia Union” intenta algunas otras llegadas desordenadas en las que se acerca al arco de Dallas. La barra “Sons of Ben” sigue alentando a su equipo, Orozco se la pasa a Fred, el brasilero corre hacia adelante y le hace un pase al vacío a Moreno para que le devuelva la pared. El jugador Venezolano no alcanza a llegar y un defensa de Dallas la despeja.

—A esta altura del partido ya no hay piernas.

—Pero tendría que haberlas. Para eso son los cambios.

Los últimos minutos del partido se consumen. Siro tiene la cara larga, perder siempre te deprime. Sube sus cejas y vuelve los ojos hacia el campo de juego. Algunos otros periodistas miran los últimos minutos de lo que parece ser la primera derrota del equipo de Filadelfia en su casa.

Hartman pelotea el balón. Lo pone en el área chica, camina hacia atrás con calma y se toma todo el tiempo del mundo. El árbitro corre hacia él y le pone una amarilla por pérdida deliberada de tiempo.

—Regla siete. Es una de las causales de amonestación —dice Siro.

Hartman por fin despeja. La bola cruza el terreno de juego. Orozco la detiene con el pecho y se la pasa a Miglioranzi. El brasilero se la da a Moreno. El venezolano corre hacia adelante y manda un centro que rechaza el líbero.

—Están atacando con el corazón pero sin técnica.

—La defensa de Dallas está muy bien parada.

—Se está acabando el tiempo —dice Siro señalando su reloj.

“Philadelphia Union” ataca de nuevo. Miglioranzi hace un pase desde atrás y Le Toux se lanza en una plancha para evitar que la bola salga del terreno. Se levanta y envía un centro que controla Hartman con las manos.

—¿Qué tal el nivel de sacrificio del francés?

—En el fútbol no se puede dar ninguna bola por perdida —respondo.

El cuarto árbitro se para en el borde de la cancha y levanta un tablero electrónico. Muestra que van a dar cuatro minutos de reposición.

La barra de “Sons of Ben” sigue alentando al equipo. Sus integrantes saltan y golpean sus tambores.

—Es más divertido estar allá —le digo a Siro.

—Sí, aquí todo mundo anda callado.

Tito Pérez llega con su cámara electrónica de lente de largo alcance y el trípode en sus manos.

—¿Cómo te fue hijo?

—Muy bien. Le tomé unas fotos buenísimas a Le Toux —responde con una sonrisa.

“Philadelphia Union” lo intenta de nuevo, Orozco, Fred y Moreno tejen una buena jugada que el líbero rechaza una vez más al tiro de esquina.

—Eso es lo que se llama una defensa férrea.

—Este es el último chance para empatar.

—“Empate agónico frente a Dallas”, así me gustaría titular mi artículo —añade Siro.

—Moreno cobra el tiro de esquina chanfleado a mitad de área. Un defensor de Dallas rechaza hacia el centro. Danny Mwanga llega de atrás como un fantasma y engancha la bola con un derechazo desde fuera del área. El balón sale como un misil hacia el palo de la mano derecha de Hartman y lo vence.

—¡Goooool! —grita Siro. Salta y sonríe, su rostro entero está rebosante de alegría. Nos damos un abrazo—. “Agónico empate”, te lo dije, te lo dije —recalca.

—Mira, la barra “Sons of Ben” está feliz —le digo con los ojos puestos en ella. Imagino a Bryan, a Jordy, a Jeremy y al resto de hinchas furibundos.

Botan serpentinas a la cancha, gritan y saltan abrazados.

—Tómanos una foto —le digo a Tito con una sonrisa.

—Les recordamos a los periodistas que no se pueden festejar los goles en la sala de prensa —dice un hombre a través de los altoparlantes.

—Rompimos el protocolo —dice Siro con los ojos brillantes.

Sonrío y niego con la cabeza. El árbitro reanuda el juego, deja pasar un par de segundo y vuelve a soplar su silbato dando por terminado el partido.

—¿Recuerdas lo que dijiste de Mwanga? Que no había demostrado nada. ¿Qué piensas ahora?

—Qué balazo el que le metió.

—Así la gente se va contenta porque es la última imagen que queda. —Todo el equipo del “Philadelphia Union” va a saludar a la barra “Sons of Ben”. Les agitan sus manos, les mandan besos y vuelven en dirección a los camerinos—. Nos cambió la vida en un segundo.

—El Dallas era un equipo bien parado que ya se había echado los puntos al bolsillo.

—Bueno, para que veas que los partidos se acaban en el último segundo del último minuto. Mi papá siempre repite eso.

—¿Vas a cerrar con la anécdota de que rompimos el protocolo en la oficina de prensa?

—¿Rompimos? —le pregunto a Siro.

—Yo lo canté porque es bonito ver nacer un equipo.

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